martes, 6 de noviembre de 2012

Pilar Galán: "Claustrofobia histórica"








Claustrofobia histórica


Yo me enamoré del hijo de la Paqui sabiendo que era un pinta y que andaba todo el día por ahí como un perro sin dueño.
Entonces no sabía que la única persona a la que puedes cambiar eres tú misma y que de redentores y buenas cenas están las sepulturas llenas.
Entonces no sabía eso ni otras muchas cosas, como que la marcha atrás no funciona, y que te puedes quedar embarazada aunque lo hagas de pie contra la tapia del cementerio, diga lo que diga la Sole.
Ahora sé cambiar pañales, preparar biberones y poner los ojos en blanco cuando me preguntan por qué dejé de estudiar, como si la respuesta tuviera que ser evidente para todo el mundo. Ahora también sé que no tendría que haber dejado de estudiar nunca.
El hijo de la Paqui (de cuyo nombre no me da la real gana acordarme) no se salió del instituto, aunque le costó Dios y ayuda acabar el bachillerato. Se fugaba de casi todas las clases porque no aguantaba los espacios cerrados. Que le entraba el nervio y una de dos, o abría la ventana o se tiraba por ella. Para eso hubiera sido mejor que se hubiera puesto a trabajar, pero a ver en qué sitio iban a aguantarle la manía esa de las puertas abiertas.
Alguna noche, tuvimos que bajar la Paqui o yo a buscarlo al parque. Decía que dentro del piso se asfixiaba, que le faltaba el aire.
Un día le faltó tanto que ni su madre ni yo fuimos capaces de encontrarlo.
Recorrimos el pueblo entero, hasta que la Paqui dijo que ya no aguantaba más, que a su hijo le podían dar muchas y buenas, y que con su edad y sus dolencias, no podía encargarse de nosotros.
Después, me puso la mano en la barriga, yo creo que con pena, y me deseó suerte.
Desde esa noche vivo con mis padres.
Él volvió unos días más tarde. Que le perdonara. Que yo ya sabía de más que a veces la casa se le caía encima y que tenía que salir a donde fuera. Qué él no estaba hecho para estar encerrado entre cuatro paredes.
Pero yo no le perdoné. Faltaría más. También una tiene su orgullo.
Ahora creo que se ha matriculado en historia. Normal.
Un pinta como él tenía que acabar estudiando una carrera llena de nombres de calles.







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